domingo, 26 de octubre de 2008

La sueca

La sueca
I
Astudillo es del montón. Recuerda todavía la época del ¡Joven argentino!
Esa sarta de boludeces hipócritas que se hacía desde la T.V., todavía en blanco y negro. Pero gobernaba la Morsa... o alguno por el estilo, (ya no se acordaba), lo que sí se acordaba de la época de civil era esa parada de la yuta en la esquina de la farmacia, justo cuando estaban discutiendo si había sido penal o no, (tampoco se acordaba de que partido), pelaron las armas largas, pelaron las chapas, pelaron una irónica silla banqueta y los pelaron a todos, máquina eléctrica "a cero" y chau derechos, chau mi papá es médico y chau flequillo beatle y melenita stone. De alguna forma lo marcó, algo le dijo, por acá pasa el mango de la sartén.
Terminó a duras penas el secundario y entró nomás a la Falcón. Sin embargo, fue lo suficientemente inteligente como para no dejarse llevar por el verso "Patria o Bolches", que había ganado como gota sobre la piedra a unos cuantos de sus camaradas. Pero no tanto como para no perder, al cabo, la integridad. Nunca tuvo huevos ni para una, ni para la otra cosa. Lo sabía, nunca le importó. Hizo la suya. Se casó. Al tiempo, su mujer cansada de sus malos tratos lo abandonó. Ni se preguntó a donde, no la amaba ni habían tenido hijos, y quedó sólo como un coyote. Así las cosas, no ascendió durante la represión por blando, ni durante la democracia por el silencio solidario, para no batir a los que en otro tiempo hicieron carne de burlas de él.
Ahora, sabía, que sería su último año y después: ¡el retiro!. A disfrutar de la lancha y la quinta, y alguna que otra reventada. 50 años, 30 de servicio, no está mal.
Lo que le incomodaba era el boludo de ayudante que le habían asignado. Sospechaba que lo espiaba, buscaban pruebas. ¡Minga que las iban a encontrar! Su explicación era razonable. Durante la represión se cobraban 2 o más sobres de acuerdo, no sólo al cargo, sino también por las tareas extras. Desde algún ángulo le convenía, "Obediencia Debida" de por medio, que lo acusaran de represor. Aunque no participó, no por "Derecho y Humano", sino porque vio como estaban todos sacados y un día le iban a poner un caño, no los zurdos sino los suyos.
Lo suyo era más sutil, un oficio tranquilo. Ser cobrador del juez Marquesi, buena comisión, Edictos Policiales, una tenue y holgada gama de delitos menores: Prostitución, juego clandestino, puestos callejeros, tráfico de drogas blandas. Para las tareas, drogas y apretes pesados, había otro equipo y él se abría. Hubiera sido buen embajador, pero era cana.
El SIDA le complicó bastante el trabajo. Las nenas de categoría se asociaron de alguna forma, para lograr seguridad y profilaxis. Dejaron las casas clandestinas, subieron a los departamentos y saunas VIP, codificaron sus encuentros, bajaron los factores de riesgo, algunas evadieron los controles por un tiempo. Pero dejaron la calle a las negritas inexpertas, bajan la tarifa y por ende la comisión, se dejan enchufar por cualquiera en cualquier lado, así que aquel año, aquel fatídico año, se las llevaban en carretilla al Muñiz, y él se las vio mal para terminar de pagar la pileta.
Ahora tiene la cosa encaminada. Los travas y los taxi, traen nuevo aire, nuevas coimas. Hay que dejar un tiempo que los diputados moralistas les devuelvan el negocio que estos putos liberales le quieren quitar. La máxima es más antigua que el imperio romano, cuanto más libertad, menos pecado, menos transgresión y menos cometa.

II

Esa mañana, le asignaron el caso con una risa entre irónica y mordaz: "La Sueca, se cayó desde un piso 10".
Puteó para adentro, se mordió la lengua y tomó el legajo recién compradito que el juez Marquesi le entregaba diciéndole: - Hacete cargo,... pero bien..., hacete cargo, quiero saber quien es el hijo de puta que mea en mi jardín.
La Sueca. La primera vez que la vio, no lo podía creer, una nueva potra en el corral, se dejó seducir y llevar al depto, quería saber más del potencial de esa mina, linda de cara, ojos celeste grandes y algo rasgados, voz suave y sugerente, rubio natural, lindas piernas, buen culo, lindo lomo, tetas pequeñas y firmes, y .... y .... y .. un pene colgando...
Se atragantó con el whisky; él que se jactaba de reconocerlos antes de que doblen la esquina. Se contuvo las ganas de cagarlo a piñas, cuando se dio cuenta del filón que representaba. Cambió la ira, por interés comercial, la lujuria por documentación oral.
La Sueca, salvo un pequeño o gran accidente anatómico según quisiera oír, era mina y podía sacar lo peor de las perversiones, no le hacía asco a nada, lo mismo viejo que joven, pasivo que activo, homo que lesbo. El único defecto que tenía eran el Lexotanil, el Trapax y la marihuana. Astudillo meditaba cuanto tiempo pasaría antes de hacerse pesado. Pero se equivocó. La Sueca era lo suficientemente despierta como para ser seronegativo. Cuando Astudillo acudía a cobrarle la cuota, La Sueca insistía en ofrecerle algún servicio extra. El lo rechazaba, aunque con el tiempo, aceptó algunos presentes indirectos y se salió con la suya, al descubrir el costado voyeur y sádico de Astudillo, que esporádicamente participaba de sus encuentros, y cuando lo sabía ahí, se entregaba a lo más caro de tarifa: ser disciplinado.

III

El oficial inspector Astudillo, llegó un tanto perplejo a su casa. Tenía que idear una estrategia de investigación, tenía dos razones bien valederas para hallar al culpable, Uno, porque a la larga empezó a estimar a la víctima y dos, por su lucro cesante... ¡ah sí, sí!, Sí también porque era su trabajo.
Se armó un cuestionario tentativo que él mismo podía contestar a casi todas las preguntas por NO. La sueca era astuto, cuidadoso, dulce o perverso según el cliente. Nunca había tenido el más mínimo incidente, prefería los tímidos, no rechazaba las mujeres, nunca usaba alcohol y drogas, salvo un religioso brindis con Chandón. No tenía deudas, estaba al día con Marquesi, antes de subir o bajar a trabajar al depto, daba cuentas desde su celular.
¡Que astuto!, Había logrado hacerlo pasar a él, (al turro, botón, corrupto, garca, cafishio, forro y tantos alias como Niñas Contribuyentes) Astudillo, del papel de vividor a protector.
Su pasado era tortuoso, pero no más que la mayoría de los que pesadean la calle, hasta se podría decir que tuvo una infancia y juventud más feliz que la suya. Debutó a los 13 con un compañero de colegio, ya para entonces era lo suficientemente maduro para saber que todo el mundo sabía, a los 16 descubrió que lo que le colgaba en las piernas más que una maldición era otra forma de gozar la vida y paradójica y paralelamente, empezó a vestirse de mina, dejar de forzar la voz para parecer normal, deja de lado las provocaciones histéricas y asume que la sociedad no era su enemiga, sino su mercado. ¡Cuanta más mugre, más guita!
A los 20, cuando Astudillo lo conoce ya era una profesional consumada y experta. Fuera del depto llevaba una vida ordenada, algunas de sus compañeras se disfrazan de hombres depilados, otras a la luz del día no pueden ocultar su sexo natural y su profesión nocturna. La Sueca no. Era sugestivamente lampiño. De día usaba ropa lo suficientemente ambigua como para dubitar los aprestos de tirios y troyanos.
Estudiaba diseño gráfico, para cuarteles de invierno. No tenía pareja. No se metía en despelotes. Rechazaba cuanto podía, casados con conflictos, violentos, despechados. Aún así era un maestro en satisfacer perversiones. No ocultaba a amigos y vecinos sus verdaderas inclinaciones, ni su trabajo. Nadie podría chantajearlo. No seducía, ni alardeaba.
Astudillo que lo creía lo suficientemente vigilado, tomó la resolución de llamar a su ayudante para realizar una inspección ocular. Por la mañana temprano, una típica mañana de invierno. Astudillo llegó con su ayudante, levantó al consigna que supuestamente lo estaba protegiendo y fueron al depto.
La puerta sin forzar, el living ordenado, la cama del dormitorio apenas desecha. Mirada a la cocina, mirada al baño.
Astudillo le pregunta al santurrón del ayudante:
- ¿Observaciones,... novedades?
- ¡Ninguna!, le contesta.
- ¿Cómo ninguna?, ¿Tengo un consigna vigilando, un cuerpo cae del piso 10 y ninguno de mis hombres ve nada? O una de dos, o el asesino está dentro del edificio o mis hombres son unos pelotudos de mierda.
El consigna, que aún sabiendo del carácter del oficial, nunca lo había visto así, ensaya una defensa.
- ¿No se habrá suicidado?
El oficial lo mira, mueve la cabeza a la par que arquea repetidamente las cejas y hace pucheros. Para divertirlo, acosarlo y humillarlo.
- ¿Ninguno acá es loquero, no? Bueno no hace falta, vamos a los años de yuta, que con eso alcanza. Supongamos, supongamos sólo por suponer. 1) El tipo se deprime, entonces puede abandonarse, dormir, no comer, no bañarse... a ver, a ver... el departamento esta limpio, ordenado, brillante... o bien se quiere despedir de este mundo exultante, se prepara, se baña, se pinta, etc., vaya al tocador y dígame que ve, y en que estado.
El consigna, desconcertado, va y enumera:
- Las luces encendidas, un secador enchufado, un cajón abierto, sobre el tocador, un rímel,... cerrado, sombras, una caja abierta con cosas que usan las mujeres, una crema abierta, un lápiz de labios abierto caído en el piso.
Astudillo interrumpe: ¿Tenía los labios pintados el muerto?
- ¡No!
- ¿Qué es lo último que hace o rehace una mujer antes de salir a la selva?
- Nnnno , no sé a que se refiere..
- Los labios hombre, los labios, para salir o estar plena. Aún para entregarse a la muerte. Dígame Ud. nació de un huevo, porque yo que no tuve hermana, mi vieja era una toalla y mi mujer una cara lavada, sé eso... ¡ Ah, je, je, je! Debió ser por eso que se llevaban bien mi vieja y la turra esa.
El consigna y el ayudante ponen cara de nada, y ojos de dos de oro, porque saben que Astudillo necesita razonar a los gritos y el irse por las ramas es su deporte. Pero pronto éste vuelve con su hilo conductor.
- Suposición 2: alguien lo amenaza de muerte, le viene un ataque de pánico y se lanza al vacío. Entonces ¿para qué se va a dejar la puerta abierta, para que se comienza a pintar?
- Suposición 3: Drogas. Supone abandono, incoordinación. ¿Hay algún tipo de desorden o por el estilo? No, no, a este lo tiraron y el que lo tiró era conocido y bien conocido... A ver, a ver...
Astudillo vuelve a la cocina, abre la heladera.
- ¡No hay Chandón!, Grita, ¡no era un cliente!
Se dirige después al ayudante: ¡A ver Bergués!, leamé el informe de autopsia.
- Causa del deceso, estallido de masa encefálica, .... bs.ms.bs.ms... 10 costillas rotas... este... columna quebrada... brazos quebrados...
- No, no más adelante, debe dar una suposición de cómo cayó el cuerpo.
- ...el cuerpo impactó de cabeza, intentó frenarse instintivamente con las manos, gira el tronco, gira y da contra la pared... o sea, dice el informe, dio varias vueltas en el aire...
- O sea, interrumpe Astudillo, sigamos y no es estadística, ni práctica forense, sino suposición mía. Si fuera suicidio se dan mayormente dos casos, caso pasivo, se tira de pies, o decidido se tira bien de cabeza para no tener la sorpresa de sobrevida y dolor físico. Ninguno de los dos, el tipo cae revoleado, ni siquiera que lo tiraron tipo mafia, lo empujaron sorpresivamente, sin que lo esperara, sin que pudiera atinar a agarrarse de nada... alguno lo llevó al balcón... es más... sí, sí... se estaba pintando para salir, ya estaban por salir... el macho lo llama al balcón y el iluso se asoma vaya a saber porqué y lo empujan, como la baranda es baja, cae como una hélice...
Astudillo, cesa su discurso... mira la mesa ratona del living, pregunta a su ayudante, si no falta nada, el consigna contesta por el otro que no, que no saben.
Se guarda una observación y la cambia por un comentario: ¡Que par de pelotudos!
Intenta retirarse, sale al pasillo, pero vuelve, ordena a sus subalternos que bajen que en cinco minutos los alcanza. Volvió a la mesa ratona y recordó vivamente: teléfono, agenda, radiograbador, centro de mesa floral...
El teléfono y el arreglo floral estaban en su lugar, el radiograbador, un aparato inservible que La sueca usaba de amuleto, no ;y la agenda que estaba en código, tampoco.
El oficial llega a planta baja y comenta: - Saben una cosa alguno de nosotros tres va a ir en cana, somos firmes sospechosos del asesinato.
El consigna joven inexperto, para colmo civil, intenta un balbuceo.
- ¡Salgan de mi vista, pelotudos!

IV
Prende un cigarrillo, que tenía olvidado. Intenta por sí mismo, interrogar a posibles testigos.
La kioskera, afirma que no vio nada, pero dijo alegrarse de que esa porquería se muriera, que al que lo mató habría que premiarlo, y que ella ni sabía que esa cosa estaba tan cerca, sino sin ninguna duda la hubiera denunciado. "Se nota que a vos no te dejaba guita", pensó casi moviendo los labios, mientras la miraba con cara de póker, a los ojos.
Unos cuantos se negaron a hablar, y no lo harían así ni ante el jurado. "Que sabrán estos de jurado, mucha televisión, mucho Perry Mason", volvió a pensar.
Un portero, le dijo después de algunas cavilaciones, que creía haberle escuchado algo al florista de la esquina, pero no de ésta... sino de la otra cuadra.
El florista, un gordo abandonado y cincuentón, le da una versión llamativa:
- Esta calle da pa´ todo mire, esa tarde hacía un tornillo bárbaro,... yo estaba por cerrar el puesto, y no sé como, acá, acá nomá´ a dié´ metro, un Fitito se empieza a incendiar, ¡un kilombo!,... la gente empieza a mirar, lo´ coche´ se amontonan, el "pibe miravidrieras" como le decimo´ nosotro´, como si no se supiera que e´ cana o algo parecido, ... ese que siempre anda yirando con campera de cuero... a ver si se cree que por que tenga la´ crine´ larga y arito, no´ va a engrupí´ a nosotro´ que la tenemo´ lunga, la tenemo´....Bue´, a lo 5 minuto´ a ma´ tardar, ¡faaa!, Se cae el trolo y se hace mierda... con un grito que todavía me zumba la oreja, me zumba... yo no sabia si llorar o reír... allá el trolo hecho bosta, acá la mina del auto que gritaba, que el marido la mataba, que alguien la ayude y se agarraba del pendejo, y no lo soltaba, lo agarra de la colita y el pibe no se podía zafá´, al fin se zafa el pendejo, pero para esto habrán pasado, no le miento, fácil fácil 5 minuto, entonce´ el pendejo sale disparado pal edificio y dentra como loco... se ve que hay trolo en todo lado, yo que él hubiera aprovechado y le hubiera puesto una mano a la mina, que estaba pal reviente.... Después, vino un tachero, peló el matafuego y se lo apagó en menos que una escupida... y se puede creer que la mina desapareció... supongo de cagaso que venga el marido...

Astudillo, le agradeció profundamente y le prometió que nunca más lo jodería, ni lo citarían a declarar. El hombre se acomoda el cinto por encima del ombligo, que sin embargo vuelve a caer y se ennoblece de la gallardía de su declaración, como si hubiera salvado a San Martín.
El oficial sabía que siempre hay uno más hijo de puta que uno, y que lo cagaron en la propia cara.
Citó a solas al consigna.
- ¿Cuál era tu misión?
- Vigilar y cuidar a La Sueca.
- ¿Y....?
- Y bueno...
- Y bueno nada. Decime ¿De qué índole era el incendio del auto? Policial, privada, un atentado terrorista, misil ruso...
- Privada.
- ¿Para quién trabajas? Para la policía, los bomberos, Edenor, Charly García, La Nasa.
- No señor, para Ud.
- ¿Que se supone que debe pensar la gente de vos?
- Que soy un pibe de barrio desocupado.
- Bueno si fueras un tipo de barrio, podías acercarte al auto, si tuvieras uniforme debías hacerlo. Pero en tu caso no podías ni debías.
- Sí, señor.
- A ver, contame que hiciste...
- Corrí, cuando me di cuenta que era La sueca, corrí al depto.
- ¿Y..?
- Llego, llamo al ascensor y los tres ascensores estaban trabados en el 8º piso, entonces corro por la escalera, llego sin aire al depto, lo inspecciono, no veo a nadie, salgo. Uno de los ascensores está libre, lo llamo, bajo, la calle todavía está embotellada y no creo poder ver al móvil, entonces voy al teléfono y llamo a la seccional...

V

Astudillo, tenía pocas certezas. El asesino era conocido, le abrió la puerta. No era cliente. Amante tampoco, porque aunque no le conocía afecto, desarrollaba su vida privada lejos, en Mataderos. Si la investigación se le hacia larga. Perdería imagen frente al resto de los abonados. Tenía que jugarse y rápido. Le volvió a la mente la agenda, y un grabador inútil. ¿Para que se los llevaría el asesino? Salvo que... aparte de conocerlo él, nosotros también, pero aparentemente nunca estuvo en el depto... y como no tenía música... el agresor podría llegar a pensar que estaba grabando... Recordaba haberle dicho eso alguna vez, por si alguno lo quisiese chantajear, cosa muy difícil... La sueca no le hizo caso... ¿O sí?
Salió disparado al teléfono. Pidió al juez que un grupo de investigación, de ser posible de otra jurisdicción. Buscaran con paciencia en el depto, un grabador o algo que se le pareciera y por otro lado que el florista, aún rompiendo parcialmente la palabra, le hiciera un identikit de la mujer del auto...
Esa misma tarde, le traen una grabación que se encontraba en un grabador camuflado en un placard, con cintas de 4 pistas de 12hs de duración, y 4 micrófonos escondidos en cada una de las habitaciones: living, dormitorio, baño y cocina. Otra caja con varias cintas rotuladas de distintos días y horas. Luego de ecualizada, filtrada y reeditada, se apresta a escuchar lo que el equipo le deja marcado. La versión de los especialistas era que la cinta se activaba de dos formas: a)cada vez que la sueca franqueaba la puerta con el portero eléctrico y b) Cuando un sonido superaba los 50 decibeles; y sólo se apagaba si puntualmente él mismo lo apagaba por control remoto, al que encontraron después de mucho buscar en un cepillo para el pelo.
“...Se escucha que La Sueca se prepara para salir, mientras espera que alguien sube, se oyen ruidos de televisión... de pronto el timbre de la puerta, una voz femenina que le trae un mensaje, lo trata de vos, la deja pasar, el diálogo que sigue es inteligible... se escucha una puerta que se cierra despacio, desde el canal de sonido del dormitorio y del living de oyen ruidos suaves y rutinarios difíciles de identificar, después de unos minutos un ruido como a puerta corrediza... de pronto gritos de la misma mujer, (no era la voz de La Sueca), que grita, ¡Ay Alberto! Vení... vení... mirá lo que le pasa a ese auto en la esquina... que horror..." se oye la voz de la sueca decir " y ahora que quiere esta boluda" una puerta se abre, un caminar descalzo, " ay abriste todo, se congela el depto" que se pierde un poco... un grito a lo lejos... "puto de mierda" dice la mujer sin fingir la voz muy cerca del micrófono... golpes cercanos... un portazo... carrera...”
A pedido de Astudillo el juez realiza un muestreo de todas las abonadas de su ducado, contrariamente a otras veces, todas demuestran un gran sentido de colaboración.
El juez por simple olfato le comenta:
- El identikit dio negativo, no la conocen, parecen decir la verdad.
- También creo lo mismo, están algo asustadas, juez. Agregó Astudillo
Astudillo volvió sobre 4 preguntas que lo sacaban.
¿Por qué dos mujeres? Estaba seguro que no eran gatos.
¿Por qué se robaron la agenda y el grabador inútil para cualquiera que no fuera La Sueca?
¿Quién se gastaría en incendiar un auto por más viejo o afanado que fuese, sólo para distraer al consigna?
Y finalmente, el consigna, si bien había demostrado poco oficio. Supuestamente sólo sabían de él, él, su ayudante y por supuesto La Sueca. Y el consigna como fin último no sabía porque debía vigilar-protegerlo.
Para evitarse problemas, hacía un largo tiempo, que habían convenido, con el muerto que las drogas pasarían siempre por "aduana", de hecho la requisa al depto no las encontró.

VI
Se le agotaba el tiempo.
Astudillo tenía dos tiempos, uno el policial, que podía o no ser cumplido. Pero el otro, el que Marquesi le marcaba. 2 días más o afuera del negocio. Afuera significaba el retiro con su sueldo de retiro, o si se rebelaba un cuetazo en cualquier momento. El juez no se andaba con vueltas, y ya estaba sintiendo su aliento detrás de la nuca, esperando el tarascón.
Lo llamó a su ayudante, este le puso reparos.
El oficial levantó la voz:
- Me importa un carajo, su franco, su sueño y su novia, venga para acá... y tráigala si quiere... no, mejor tráigala que no quiero demoras...
Media hora después, contrariado pero con disciplina vertical, cae el ayudante...
- Y... ¿Qué me trae?
- Nada, nada nuevo, oficial.
- Mirá esto que está pasando es también culpa tuya, ¿cómo puede ser que hayan relojeado al consigna?
- Nnn, .. No sé, oficial.
- Como no sé, tres días en la calle, un crimen que mañana ya no podremos ocultar a los diarios, y Ud. lo mas campante me dice nada...
De pronto, sorpresivamente, la mujer interviene.
- ¡Eh pare la mano!.. ¿No ve que no sabe nada...?
- Lo único que me faltaba, un cana pollerudo.
- Eh, No señor, que dice, no... la traje porque Ud. mismo me dijo que la trajera, que no me distrajera...
Astudillo, amaga una señal de levantar la sesión, pero reflexiona, hace un silencio, luego sale un momento de la oficina y vuelve.
Le pregunta a su ayudante: ¿Y la cinta?
- ¿ Que cinta?
- A no cierto que Ud. no sabe nada...
Y mirando a la mujer le dice: - Vio que no sabe nada...
Esta lo increpa: - Y que quiere que sepa, que se meta en el bardo que Ud. hace... tanto quilombo por un puto de mierda...
- -Bue, bue, bue... listo vamos, vayan que después lo llamo.
Se apuró a sacarlos de la oficina.
Encendió un cigarrillo, lo fumó con parsimonia, sin dejar de pensar. Se quita el micrófono de la solapa, llama por el interno.
- Sánchez, prepáreme un móvil y vengan Ud. y Silenti con saquito de abrigo.
- ¡He que pasa!, ¿Están afanando un banco?
- Ud. haga y no opine.

VII
Tres minutos más tarde, ya en el móvil, les ordena ir rápido al departamento central. Los dos agentes, se miran, no entienden, pero obedecen. Una hora después el perito le da su opinión.
- Sí, sí, para mi sí. Tiene el mismo timbre de voz, los mismos patrones, parece ser la misma mujer en ambas grabaciones.
Seis horas, 6 largas horas de interrogatorio convencieron al juez, al oficial y psiquiatra que el ayudante, no sabía de lo que se le estaba acusando. Pasaron, entonces al operativo apriete con su novia. Que estaba ya detenida preventivamente en otra dependencia de la seccional.
La mujer era dura, muy dura, no podían encajarla mentalmente con la bonomía de su pareja. Era dura, pero sabían que de alguna forma tenía que aflojar, no existía al parecer método legal para hacerla cantar. El psiquiatra, habla a solas con el juez, sabiendo que Astudillo se estaba preparando, mentalmente, haciendo crujir los nudillos contra las palmas, para un verdadero ablande. El juez se dirige con voz pausada a la mujer:
- Hasta ahora tenemos pruebas bastante firmes, si encontramos a tu cómplice, podemos llegar al grado de premeditación, la forma del crimen es alevosía. Eso son unos 20 años, digamos. Ahora, si te juzgan en oral y público, la presión pública, la hipersensibilidad de las chicas, puede hacer subir la condena digamos a... perpetua. ero, pero, pero... podemos, digamos, tomar tu confesión, sentido de colaboración, arrepentimiento... podemos ser desprolijos y no ver tu arreglo con tu amiga... podríamos...
El juez hace señas al psiquiatra que se retire, y que Astudillo se siente al otro lado y prosigue.
- - Ves en esta mesa, hay tres hijos de puta, yo el primero, Astudillo otro y vos sos una hija de puta, y entre diablos no nos vamos a esconder el tridente. A mí me importa un carajo lo que sentía Alberto Persik, lo que sí me importaba era que era una buena abonada, prolija, cumplidora, nada de bardo, de pronto vos. Vos no me estás quitando sólo un travesti vip, sino que me comprometes al resto de la mercadería. Así que lo vamos a firmar de esta manera. Uno: vos no confesas y yo te hago encerrar 30 años con las machas bravas. Dos: vos confesas y, palabra de hijo de puta, nos hacemos los que no sabemos lo que sabemos... pero como indemnización e intereses, me vas a tener que dar el doble de lo que me daba La Sueca, y es mucha plata, pero... en la cárcel es mas difícil conseguirla. Si querés putarraquear o no, no me interesa, lo que me interesa es el cumplimiento del abono, sólo la plata, bien cumplida todos los, a ver que día podía ser... los 9 de mes. Si se te ocurre, que podés salir y buchonear, pensá 2 cosas, esta causa la puedo hacer prescribir o no, en cinco o 25 años, siempre habrá alguien que se acuerde de La Sueca y, afuera la calle está muy peligrosa, no sabés la de matones que hay... ah, y ahora que te veo un poco mejor, de ves en cuando venite a mis fiestitas, puedo encontrar un plato, fuerte, para vos...

VIII
La mujer se quiebra y empieza su historia.
- Yo al Ruben lo conozco desde hace 10 años más o menos, todavía éramos pendejos y ni ahí de ser novios. Alguien comentó en medio de una resaca, cuando pasaba la yuta. Que las únicas maneras de salir de la villa eran, para el macho hacerse chorro pesado o cana y para las minas hacerse yiro. Si también me podía ser monja, pero para mí esa no va. Cuando el Ruben entró a la escuela para ser cana, ahí nomás me lo transé, si yo me lo transé, porque el boludo es muy tímido, es un buenazo, pero muy boludo. Logramos un encame mas o menos bueno, él me daba vitrola 3 o 4 veces por semana, y el resto me encargaba de conseguírmela yo...
- ¿Cómo? Interrumpe el juez.
- Y juez, soy un mina joven, para mí lo ideal serían dos veces por día, pero el Ruben parece que salió medio seco de huevos...
- Siga...
- Pero un día que salimos, me lo manivelo y el tipo nada... estaba seco como duna del desierto, lo agarré con toda la furia. Y me tomó mal parada. Yo volvía de un viajecito con una amiga y fueron 7 días de hambre. A partir de ahí no le perdí pisada. Entonces me entero que se veía, no sabía para que, con el marica este. Me las ingenio para encontrarme con el tipo, para saber nomás que pasaba, arreglo un encuentro. Al toque que llego me empieza a preguntar, que quería ser, si lesbo o hembra... yo, sí que sabía lo que me preguntaba, pero como lo que quería era obtener información, le dije que no sabía de que hablaba, que era mi primera vez, que me hiciera de todo. Me comenta algo sobre el valor de cada sesión y le digo que sí. Me dio 8 sesiones esa misma noche, pero sesiones de verdad, me hizo cosas y me hizo hacer cosas que ningún macho de puerto me hizo, que si me las hubiera nombrado le hubiera clavado una aguja de tejer en un ojo, yo nunca me dejé gobernar por ningún hombre y este marica con corpiño y portaliga, me desarmó. Fue la primera vez en la vida que quedé satisfecha de verdad, salí loca y sin un mango, un turro vestido de mina, me hizo gozar, desear, arder, doler, suplicar, hasta la locura, me mimó y me castigó, me besó y me violó, me arrullo y lastimó... y se quedó con toda mi guita, encima si yo hubiera tenido más guita, me daba más y más.
- No pude esperar más que una semana. La soñaba y lo soñaba, tenía pesadillas, me despertaba confundida, no sabía si era mujer, si era torti, pero no, si me la hizo comer de todas las formas,... pero no, un tipo con tanga, un asqueroso marica que me besaba como macho y cuando me abandonaba, se hacía la mina y yo me la creía que estaba besando a otra mina, no aguanté más... Entonces pedí guita prestada, pero esta vez fui más directa, yo quería saber que pasaba entre él y el Ruben, quien era el pasivo. Busqué la vuelta para decirle que lo había fichado, que no sabía quien era, y otras boludeces, pero se las creyó. Se rió y me dijo que nada que ver, que por su lado no tenía ningún problema en dar o recibir. Pero que el tipo le tenía asco a los homos, y la novia lo tenía marcado y agotado, que nunca quedaba satisfecha.
- Lo hubiera matado ahí mismo, pero en lugar de gritar saco la plata de la cartera, y me dejó seca y sin ganas de joder por varios días, otra vez me jodió por donde, como y tanto como a cualquiera se le hubiera ocurrido, y encima no le pasaba nada con el Ruben.
- El Ruben no entendía nada, que le iba a explicar si es bruto y boludo, empecé a vender cosas. ¿Vio? Como les pasa a los drogadictos. Vendí el auto, que me había costado tres años de cuotas. Al Ruben le versié que tenía que mandarle guita a mi abuela enferma en Catamarca, lo único cierto era que si tenía una abuela en Catamarca, pero más sana que un roble. Entonces se me ocurrió que la Gladys que era amiga de fierro, y se había juntado con un viejo empresario, podía prestarme y de paso cañazo. Ella también pasó, disfrutó como yegua, pero no quedó tan loca como yo.
- Un día me presento sin guita, y me dice, suelta, suelto, de cuerpo que lo suyo era profesional, nada personal, como si yo en lugar de la mina polenta que soy, fuese un viejo o una vieja arrugada, me enojo y me dice: "Vas a perder a Rubén, es un buen chico"
- El hijo de puta sabía quién era y de donde venía yo, y no me dijo nada. Así que me fui humillada y caliente, caliente en todas las formas. Pensé en la forma de recuperarlo y hasta fantaseé tenerlo para mí sola, me agarraban los celos de pensar que algún viejo de mierda lo tocaba o lo besaba. Hasta que un día, cansada de pajearme frenética e inútilmente, me dije: "O mío o de nadie". Maquiné un plan, lo llamé por teléfono, le dije que lo quería pasar a saludar, pues me iba de viaje, me dice que no espera a nadie, que estaba en el depto descansando, que iba a salir con un chico... "pero sin sexo viste", como si se burlara.
- Subo hasta el octavo... bah, el resto ya lo sabe, mi amiga no sabe que yo pensaba matarlo, le metí otro verso.

IX

Marquesi supo de inmediato lo buena laburante que era La Sueca y a decir verdad la única víctima real de todo el caso era el novio de la asesina.
La causa fue al freezer. Marquesi la mantuvo un año de abonada, cumplía su parte pero mucho bardo, muchos clientes gratuitos, demasiado sexo grupal. Una mina así es más peligrosa que una drogona. Pensó primero en borrarla, meterla en un tanque y al riachuelo, pero, después de tenerla presa en su fortaleza para fiestas bravas un par de meses, sólo la exilió lejos de su zona. Y como pragmático que era, dio por perdido y terminado el abono. Aunque no se podía quejar de sus chicas, ninguno sería igual que La Sueca.
Tuvo noticias, Astudillo, que se fue a vivir con su abuela a Catamarca.

-Pobres los guanacos"; pensó.

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